Artículo
satírico escrito por Fernando A. García bajo seudónimo para la publicación “El
Humanista”. Buenos Aires, 2009.
Los Caracteres Inmorales. Serie de
borradores[i]
con descripciones satíricas inspiradas en “Los
Caracteres” de Teofrasto, “Los
Caracteres” de Jean de la Bruyère, y -con debidas reservas- “Los Caracteres y la Conducta” de
Abenhazam el-Tahirí de Córdoba. Algo de esto campea en “Un cuento para aspirantes a ejecutivos” de Silo.[ii] La materia
prima proviene de la observación de los demás… y de las perspectivas y defectos
mismos del autor.
Los
caracteres inmorales: El dueño del perro.
—by Klaus
Ciertos personajes intervienen
en discusiones, debates y deliberaciones con gran desenvoltura y un aire de
autoridad en la materia tratada. Así emiten opiniones con carácter definitorio
y sentencioso.[iii] “Roma locutas, causa finita”[iv] se decía en el antiguo
Imperio Romano luego de algunas resoluciones del senado acerca de contenciosos.
Es decir, “«Roma ha hablado, el
caso está cerrado», se cierra el debate, la causa está terminada, y no hay más
que hablar.
Hacen
suyo el proverbio de Terencio: “Soy un
hombre, nada humano me es ajeno”.[v] Con
esta licencia —y este es el punto— opinan con desparpajo sobre temas que los
superan: geopolítica, astrofísica, medicina, economía, religión, filosofía,
genética, paleontología, etc. La compulsión es tanta que primero opinan y (quizá)
luego escuchan.
Cuando
alguien cita una teoría de un gran científico, por ejemplo, estos personajes
—que lo confunden con un jugador de fútbol— interrumpen con un enfático “¡Totalmente
de acuerdo!” o un “¡Totalmente en desacuerdo!”, provocando el desconcierto de
algunos y el bochorno de sus amigos que lo intentan disimular.[vi]
Claro,
como la democracia establece “un ciudadano, un voto”, el personaje equipara el tener
derecho a opinar con el estar habilitado (capacitado) como todólogo. El desenfado
que vale para una charla informal de amigos en el bar, o en una sobremesa de
familia, quizá no valga para todas las ocasiones.
Si
examinamos sus opiniones y sus credenciales, a veces encontramos que no están
informados sobre el tema, o que lo están de manera superficial, incompleta, errada,
o con fuentes poco confiables. En breve, ni saben ni han estudiado el tema.
Según
el tema de qué se trate, a veces tampoco cuentan con avales de experiencia,
participación o aporte en proporción a la materia tratada, ni al compromiso y
la responsabilidad de lo que está en juego. Peor aún, en su biografía podrían
haber sostenido opiniones incompatibles o contrarias a las que están
declarando. Y no sólo opiniones, sino también acciones.
Si
de perros se tratara, estas pretendidas autoridades son los que aparentan ser
los “dueños del perro”. De entre ellos, muchos lo hacen con candor; es decir,
con sinceridad, sencillez, ingenuidad y pureza del ánimo.
Pero otros, no tanto, siendo movidos por factores ajenos al tema. Como fuere,
se permiten desvergonzadamente juzgar sobre “cómo son las cosas”, y lo que los
demás interlocutores deben pensar y hacer con el tema en cuestión.
Esto
quizá no implicaría mayores problemas si todo terminara en una discusión sin
consecuencias sobre temas teóricos o hipotéticos. La cosa toma otro matiz
cuando tales discusiones podrían tener consecuencias indeseadas en la acción y
la vida de muchas personas, tanto de las que participan de la discusión como de
muchas otras alcanzadas por sus consecuencias. Estos que no son “dueños del
perro” opinan sin asumir compromiso ni responsabilidad proporcionales.
A
menudo, muchos “dueños del perro” desaparecen una vez terminada la discusión.
No contribuyen coherentemente para la esforzada implementación de aquello por
lo que abogaban tan ardientemente. O no lo hacen en proporción, sino
cosméticamente, a tiempo parcial. Fueron “consultores externos” para la toma de
decisiones, sabiendo por anticipado que allí terminaba su participación.
A
posteriori, los falsos “dueños del perro” adoptarán dos posturas básicas: unos
se sumarán para beneficiarse de los aciertos y éxitos (dirán “el perro es
mío”), y otros se disociarán y criticarán para no pagar los desaciertos y
costos de los fracasos (dirán “el perro no es mío”). Un indicador claro es
cuando convierten en un “ustedes” el que antes era un “nosotros”. Como dijo
alguien: “La victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana.”
Para concluir, y como nota de humor, dejo un
cuentito que encontré: “El gitano
esquilador”.
Esta historia ocurrió en un precioso
pueblecito situado en un verde bosque junto a
un río. A ese pueblo llegó un gitano
alto, delgado, muy moreno y con ojos negros como la noche. El gitano tenía el oficio de esquilador, es decir, como un peluquero de animales. Se ganaba
la vida yendo de un pueblo
a otro pelando ovejas, perros o
cualquier otro animal que le llevasen.
Cierto día llegó a un pueblo y vio a un perro junto al taller de un herrero. Era una calurosa tarde de verano y el perro tenía unos pelos bastante largos. Cuando el gitano lo vio exclamó:
- ¡Cuánto
pelo tiene ese perro! ¡Le
dará mucho calor!
- Creo que sí –contestó el herrero.
- ¿No sería
mejor que yo lo esquilase? –preguntó
el gitano.
- Me parece
que sí –contestó el hombre.
Entonces el gitano cogió su herramienta de trabajo y esquiló al perro. Al terminar su
trabajo, le dijo al herrero:
-
Me debes quinientas pesetas. El herrero, extrañado, le contestó:
-
¿Por qué voy a
pagarte si el perro no es mío? Yo sólo respondí la pregunta
que me hiciste.
El
pobre gitano tuvo que marcharse sin sueldo después de haber hecho el
trabajo.
Moraleja: Escucha con atención a quien aparenta
ser el dueño del perro, pero ten en cuenta la opinión de su verdadero dueño, la
del perro, y sobre todo la de tu buen conocimiento.
***
[i] Otros son: “El
Farsante”, “El Manipulador”, “El Funcionario de Turno”, y “El
Pragmático”.
[ii] Silo. Obras Completas Vol. I, Cartas a Mis Amigos sobre la crisis social y personal en el momento actual. Primera Carta a Mis Amigos, 6.
[iii]
Dicho de una persona: Que habla con cierta
afectada gravedad, como si cuanto dice fuera una sentencia.
[iv] Roma locutas, causa finita es una locución latina que en español
significa literalmente: «Roma ha hablado, el caso está cerrado». Se usa para
indicar que un determinado asunto ha sido zanjado por alguien que tiene una
autoridad inapelable.
[v] Homo sum, humani
nihil a me alienum puto es
un proverbio latino que significa "Soy un hombre, nada
humano me es ajeno". Esta frase fue escrita por Publio Terencio
Africano en su comedia Heautontimorumenos (El
enemigo de sí mismo), del año 165 a.C., donde es pronunciada por el
personaje Cremes para justificar su intromisión.
[vi] Cuando Ross le explica a Phoebe la teoría de la evolución de las
especies de Darwin, ella la rechaza de plano: “¡No me la creo!”, porque “¡Es
demasiado fácil!”. Enciclopedia de Friends.