SOBRE NUESTRO PROYECTO MAYOR CONJUNTO
Charla de Fernando A. García durante el encuentro semestral de toda India en Ladwa (Punjab), enero de 2015.
El laborioso ascenso del ser humano comenzó hace mucho tiempo.
Reuniéndose inicialmente en grupos, tribus y culturas limitadas en el espacio, los seres humanos fueron luego construyendo civilizaciones regionales que surgieron, se desarrollaron y declinaron hasta desaparecer o dar nacimiento a otras.
Dados los precarios medios de comunicación y transporte, los contactos entre aquellas civilizaciones iniciales fueron escasos o inexistentes.
A medida que dichos medios avanzaron, los contactos entre civilizaciones aumentaron, mayormente a través de las migraciones, del comercio y la guerra.
En los últimos siglos, esos contactos aumentaron exponencialmente gracias, entre otros, a los avances tecnológicos. Esto fue de la mano con las crecientes relaciones de producción, de intercambio y de consumo.
Hoy en día, podemos afirmar que no hay lugar en el planeta que pueda quedar exento de la influencia de otros, directa o indirectamente.
Ninguna civilización, o cultura, puede vanagloriarse de no deber nada a otras. Ninguna tiene un desarrollo que pueda ser realmente independiente de otras. En términos amplios, los “objetos” culturales que son creados en un lugar son adoptados por otros, a menudo muy distantes de su origen. Los lugares más diversos ahora están interconectados y son interdependientes.
El proceso de mundialización está en marcha y el mundo se está haciendo uno.
En consecuencia, tenemos el privilegio de asistir a un punto de desarrollo inédito en la línea de tiempo de la humanidad. Los pueblos que antaño se desarrollaron aislados, diferenciados entre sí, y que luego se fueron complementando, hoy están llegando a una síntesis global que está alumbrando la primera civilización planetaria de la humanidad.
Mientras esto ocurre, se llevan a cabo intentos de exploración, comunicación y desplazamiento fuera de los confines de nuestro planeta y más allá. Para bien o para mal, la rotura de limitaciones en todo campo parece ser una tendencia general en estos tiempos.
Pareciera poco probable que todo esto haya sido simplemente el resultado del azar. Como así tampoco pareciera el caso del universo dentro del cual tuvo lugar el desarrollo de la humanidad.
Sin embargo, la primera civilización planetaria que está despuntando no cuenta con total certeza y garantía en cuanto a sus características generales y, sobre todo, a su dirección.
La única certeza es que, indefectiblemente, el viejo mundo se va desdibujando y uno nuevo tomará forma progresivamente.
Como nos ha mostrado la historia, es altamente improbable que la nueva civilización se origine a partir de algo que hoy ocupe posiciones centrales dentro del viejo mundo de lo establecido. Albergar la opinión opuesta es una falsa esperanza, una ilusión que habrá de evidenciarse como tal y caer.
Por otra parte, es altamente probable que subsistirá mucha diversidad, representada por los diferentes pueblos y sus culturas, una diversidad que constituye nuestro patrimonio y riqueza en común.
Como es el caso con toda síntesis, la humanidad en su conjunto compartirá algunos rasgos que serán comunes a todas las diversidades. Es de esperar que esos rasgos sean los elementos progresivos más adecuados para la nueva etapa.
Esos rasgos comunes que darán identidad y dirección a la nueva civilización, ¿representarán lo mejor o lo peor del ser humano? ¿Serán lo más noble y elevado, o serán los de hoy día, sólo que universalizados?
¿Asistiremos a un salto evolutivo de la humanidad? ¿Será sólo un salto en términos tecnológicos, económicos y políticos, o será también mental o espiritual? Todo esto aún no está claro y mucho menos garantizado.
En todo caso, parece ya inviable que una parte de la humanidad pueda imponer su propia particularidad sobre el resto. Tal imposición aun si pudiera ocurrir, no podría ser más que transitoria y basada en aspectos parciales o secundarios.
Está en nuestro interés común que la primera civilización planetaria incorpore los aspectos más progresivos de todas las diversidades, mientras que, al mismo tiempo, supere los más regresivos.
En estos términos o similares, el objetivo de la Obra de Silo fue comunicado desde su origen mismo.
La forma y dirección de la primera civilización planetaria no depende de fuerzas mecánicas, sino de la intención humana. Y la intención humana se mueve según las referencias disponibles que prevalecen en los puntos de inflexión de la historia.
La Obra de Silo no cuenta solamente conque otros ofrezcan referencias positivas para el mundo que se avecina, no obstante lo bien intencionados que ellos pudieran ser. La Obra de Silo ha estado construyendo y ofreciendo su propio conjunto de referencias positivas. Al mismo tiempo, ha alentado e invitado a otros para sumar esfuerzos en la misma dirección.
Las mayores civilizaciones fueron construidas sobre tres pilares principales; a saber y muy sintéticamente: a) una extraordinaria visión, novedosa y trascendente, sobre el Sentido de la Vida y el salto cualitativo del ser humano, experimentada por unos pocos mediante profundas meditaciones, prácticas y procedimientos relativamente complejos; b) esto fue traducido y transmitido como una nueva espiritualidad – con prácticas y principios más simples – al alcance de los grandes conjuntos; y c) todo esto inspiró las correspondientes propuestas específicas sociales y culturales para dar forma a una nueva sociedad.
Cuando confluyeron esos tres factores en circunstancias oportunas, esto constituyó un gran cambio y salto evolutivo para los pueblos en que surgieron y se desarrollaron.
Descritos en dichos términos, o similares, la Obra de Silo comprende esos tres pilares bajo la forma de la Escuela, El Mensaje de Silo, y el Movimiento Humanista.
Cada uno de estos tres ámbitos tiene una identidad precisa en términos de bibliografía, actividades, organización, etc.
Inversamente, los tres comparten una bibliografía en común y rasgos organizativos como, por ejemplo, autonomía, descentralización, arraigo, base humana, no institucionalización, están orientados al crecimiento, la acción local con perspectiva universal, la primacía del futuro, etc.
Los tres están concebidos para acoger la diversidad dentro del amplio enmarque común que define su identidad. Esto es un aspecto crítico, porque – como dijimos anteriormente- la nueva civilización no podrá nacer de la imposición de algunos sobre el resto, la intolerancia, la uniformidad, etc.
Nuestra propuesta no se propone ser una nueva parcialidad para imponerle a los demás, sino un lugar en común para la convergencia de la diversidad en la que nadie tenga que renunciar a su identidad.
Los tres ámbitos convergen hacia una aspiración común, pero cada uno tiene una manera específica y única de contribuir a ella.
Ninguno es irrelevante, y ninguno es más importante que los otros dos para dar forma a la nueva civilización. Ninguno de ellos lo puede lograr por sí mismo. Los tres actúan sinérgicamente, sin tener o necesitar una organización central permanente.
Los tres tienen su lugar de confluencia tangible en nuestros Parques de Estudio y Reflexión. Ellos representan nuestro Proyecto Mayor Conjunto.
Queridos amigos, esta es en breve mi visión personal, mi interpretación de nuestro Proyecto Mayor Conjunto desde una cierta perspectiva. Entiendo que cada uno tiene el derecho de tener la suya, y que es libre de compartirla mientras no la imponga a otros.
Pero aun más importante que esto, lo que importa es elegir cualquier parte del Proyecto Mayor Conjunto y trabajar por él con todo el corazón, todos y cada uno de los días de nuestras vidas.
Así, aportaremos a la correntada creciente de algo que trasciende nuestra finitud y le da su mejor Sentido.
Paz, Fuerza y Alegría para todos!
Fernando A. García // Correo: fernando120750@gmail.com // Blog: http://fernandoagarcia.blogspot.com
Charla de Fernando A. García durante el encuentro semestral de toda India en Ladwa (Punjab), enero de 2015.
El laborioso ascenso del ser humano comenzó hace mucho tiempo.
Reuniéndose inicialmente en grupos, tribus y culturas limitadas en el espacio, los seres humanos fueron luego construyendo civilizaciones regionales que surgieron, se desarrollaron y declinaron hasta desaparecer o dar nacimiento a otras.
Dados los precarios medios de comunicación y transporte, los contactos entre aquellas civilizaciones iniciales fueron escasos o inexistentes.
A medida que dichos medios avanzaron, los contactos entre civilizaciones aumentaron, mayormente a través de las migraciones, del comercio y la guerra.
En los últimos siglos, esos contactos aumentaron exponencialmente gracias, entre otros, a los avances tecnológicos. Esto fue de la mano con las crecientes relaciones de producción, de intercambio y de consumo.
Hoy en día, podemos afirmar que no hay lugar en el planeta que pueda quedar exento de la influencia de otros, directa o indirectamente.
Ninguna civilización, o cultura, puede vanagloriarse de no deber nada a otras. Ninguna tiene un desarrollo que pueda ser realmente independiente de otras. En términos amplios, los “objetos” culturales que son creados en un lugar son adoptados por otros, a menudo muy distantes de su origen. Los lugares más diversos ahora están interconectados y son interdependientes.
El proceso de mundialización está en marcha y el mundo se está haciendo uno.
En consecuencia, tenemos el privilegio de asistir a un punto de desarrollo inédito en la línea de tiempo de la humanidad. Los pueblos que antaño se desarrollaron aislados, diferenciados entre sí, y que luego se fueron complementando, hoy están llegando a una síntesis global que está alumbrando la primera civilización planetaria de la humanidad.
Mientras esto ocurre, se llevan a cabo intentos de exploración, comunicación y desplazamiento fuera de los confines de nuestro planeta y más allá. Para bien o para mal, la rotura de limitaciones en todo campo parece ser una tendencia general en estos tiempos.
Pareciera poco probable que todo esto haya sido simplemente el resultado del azar. Como así tampoco pareciera el caso del universo dentro del cual tuvo lugar el desarrollo de la humanidad.
Sin embargo, la primera civilización planetaria que está despuntando no cuenta con total certeza y garantía en cuanto a sus características generales y, sobre todo, a su dirección.
La única certeza es que, indefectiblemente, el viejo mundo se va desdibujando y uno nuevo tomará forma progresivamente.
Como nos ha mostrado la historia, es altamente improbable que la nueva civilización se origine a partir de algo que hoy ocupe posiciones centrales dentro del viejo mundo de lo establecido. Albergar la opinión opuesta es una falsa esperanza, una ilusión que habrá de evidenciarse como tal y caer.
Por otra parte, es altamente probable que subsistirá mucha diversidad, representada por los diferentes pueblos y sus culturas, una diversidad que constituye nuestro patrimonio y riqueza en común.
Como es el caso con toda síntesis, la humanidad en su conjunto compartirá algunos rasgos que serán comunes a todas las diversidades. Es de esperar que esos rasgos sean los elementos progresivos más adecuados para la nueva etapa.
Esos rasgos comunes que darán identidad y dirección a la nueva civilización, ¿representarán lo mejor o lo peor del ser humano? ¿Serán lo más noble y elevado, o serán los de hoy día, sólo que universalizados?
¿Asistiremos a un salto evolutivo de la humanidad? ¿Será sólo un salto en términos tecnológicos, económicos y políticos, o será también mental o espiritual? Todo esto aún no está claro y mucho menos garantizado.
En todo caso, parece ya inviable que una parte de la humanidad pueda imponer su propia particularidad sobre el resto. Tal imposición aun si pudiera ocurrir, no podría ser más que transitoria y basada en aspectos parciales o secundarios.
Está en nuestro interés común que la primera civilización planetaria incorpore los aspectos más progresivos de todas las diversidades, mientras que, al mismo tiempo, supere los más regresivos.
En estos términos o similares, el objetivo de la Obra de Silo fue comunicado desde su origen mismo.
La forma y dirección de la primera civilización planetaria no depende de fuerzas mecánicas, sino de la intención humana. Y la intención humana se mueve según las referencias disponibles que prevalecen en los puntos de inflexión de la historia.
La Obra de Silo no cuenta solamente conque otros ofrezcan referencias positivas para el mundo que se avecina, no obstante lo bien intencionados que ellos pudieran ser. La Obra de Silo ha estado construyendo y ofreciendo su propio conjunto de referencias positivas. Al mismo tiempo, ha alentado e invitado a otros para sumar esfuerzos en la misma dirección.
Las mayores civilizaciones fueron construidas sobre tres pilares principales; a saber y muy sintéticamente: a) una extraordinaria visión, novedosa y trascendente, sobre el Sentido de la Vida y el salto cualitativo del ser humano, experimentada por unos pocos mediante profundas meditaciones, prácticas y procedimientos relativamente complejos; b) esto fue traducido y transmitido como una nueva espiritualidad – con prácticas y principios más simples – al alcance de los grandes conjuntos; y c) todo esto inspiró las correspondientes propuestas específicas sociales y culturales para dar forma a una nueva sociedad.
Cuando confluyeron esos tres factores en circunstancias oportunas, esto constituyó un gran cambio y salto evolutivo para los pueblos en que surgieron y se desarrollaron.
Descritos en dichos términos, o similares, la Obra de Silo comprende esos tres pilares bajo la forma de la Escuela, El Mensaje de Silo, y el Movimiento Humanista.
Cada uno de estos tres ámbitos tiene una identidad precisa en términos de bibliografía, actividades, organización, etc.
Inversamente, los tres comparten una bibliografía en común y rasgos organizativos como, por ejemplo, autonomía, descentralización, arraigo, base humana, no institucionalización, están orientados al crecimiento, la acción local con perspectiva universal, la primacía del futuro, etc.
Los tres están concebidos para acoger la diversidad dentro del amplio enmarque común que define su identidad. Esto es un aspecto crítico, porque – como dijimos anteriormente- la nueva civilización no podrá nacer de la imposición de algunos sobre el resto, la intolerancia, la uniformidad, etc.
Nuestra propuesta no se propone ser una nueva parcialidad para imponerle a los demás, sino un lugar en común para la convergencia de la diversidad en la que nadie tenga que renunciar a su identidad.
Los tres ámbitos convergen hacia una aspiración común, pero cada uno tiene una manera específica y única de contribuir a ella.
Ninguno es irrelevante, y ninguno es más importante que los otros dos para dar forma a la nueva civilización. Ninguno de ellos lo puede lograr por sí mismo. Los tres actúan sinérgicamente, sin tener o necesitar una organización central permanente.
Los tres tienen su lugar de confluencia tangible en nuestros Parques de Estudio y Reflexión. Ellos representan nuestro Proyecto Mayor Conjunto.
Queridos amigos, esta es en breve mi visión personal, mi interpretación de nuestro Proyecto Mayor Conjunto desde una cierta perspectiva. Entiendo que cada uno tiene el derecho de tener la suya, y que es libre de compartirla mientras no la imponga a otros.
Pero aun más importante que esto, lo que importa es elegir cualquier parte del Proyecto Mayor Conjunto y trabajar por él con todo el corazón, todos y cada uno de los días de nuestras vidas.
Así, aportaremos a la correntada creciente de algo que trasciende nuestra finitud y le da su mejor Sentido.
Paz, Fuerza y Alegría para todos!
Fernando A. García // Correo: fernando120750@gmail.com // Blog: http://fernandoagarcia.blogspot.com
Gracias...
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