TEMA FORMATIVO: SI LE CONVIENE A ELLOS, NO NOS CONVIENE A NOSOTROS

Tema formativo: Si le conviene a ellos, no nos conviene a nosotros.

El sistema siempre nos percibe acertadamente como ajenos y como amenaza. Entonces, como hipótesis, si el sistema deshumanizante pudiera influirnos u orientarnos, ¿qué querría de nosotros? ¿Cómo nos influiría o hacia qué nos orientaría?

Nos orientaría hacia la dilución organizativa, a la desestructuración, y a que no crezcamos en orgánica como resultado de nuestras acciones. Así el sistema lograría asimilarnos a ese tejido social que ha destruido mientras, por su parte, seguiría tratando de organizarse mejor para controlarnos.

Nos orientaría a desfigurar nuestra identidad de movimiento mundializado, hasta convertirnos en una institución centralizada y manipulada por una cúpula falible y vulnerable, institución en la que el diálogo, el consenso y la diversidad fueran sólo cosméticos. O bien nos conduciría hacia una fragmentación horizontal, hacia la desinteligencia conjunta con un respeto volátil de los acuerdos y los códigos comunes. Como fuere: a cualquier forma organizativa, menos a la nuestra.

Nos haría caer en el relativismo, sembrando el desaliento y la parálisis por la desreferenciación que produce, a que resignáramos nuestros mejores modelos, y que abundáramos en maquiavelismos ridículos, personalismos por encima de la tarea proclamada en conjunto y autoritarismos de todo tipo.

El sistema nos propondría “lo razonable”, hacia una adaptación decreciente al medio, al gradualismo tramposo, en un pragmatismo coyunturalista que persiga el éxito inmediato.

Nos convencería de crear organismos como los del sistema: superestructuras, aparatos burocráticos sin base humana, sin poder real ni dirección revolucionaria, meras figuras recreativas de la democracia formal mendigando espacio en la prensa al servicio del sistema. Invertiría nuestro planteo, para que ya no sea nuestro movimiento social motorizado por frentes de acción el que dé referencia a esos organismos que son sólo su expresión institucional.

El sistema nos incentivaría para que nuestra organización dependa económicamente de él, y así ablandemos nuestros planteos y acciones para recoger las migajas con que financia lo inocuo cuando trata de lavar su imagen. Y al elegir por el dinero perderíamos la potencia del ser humano voluntario, organizado y militante.

Nos llevaría a tener cuadros doctrinaria e ideológicamente ingenuos, de manera que desdibujen nuestro perfil humanista en humanitarismo, y que no distingan nuestros planteos de los ideologemas pseudo o anti-humanistas del sistema.

Nos justificaría el posponer y aun desistir de nuestro trabajo personal, poderoso motor interno de nuestras acciones y fuente inextinguible de fuerza interna para transformar al mundo.

Nos induciría a traicionarnos a nosotros mismos: a declamar lo que no hacemos, a no hacer lo que pensamos, a no expresar lo que sentimos, y demás incoherencias. Nos orientaría a mentir y a mentirnos, a disociar esquizofrénicamente lo externo de lo interno y lo personal de lo conjunto.

El sistema quisiera que, alejado su fundador, todo fuera olvido de su legado: aquello que nos dio la mejor inspiración y la mejor referencia. Se insinuaría como abismo, para que la dificultad de la obra y el peso de nuestros errores de paso nos hicieran claudicar en el Intento… y así habría triunfado la deshumanización de la Tierra.

Estas y más cosas querría el sistema; pero bien sabemos que si le conviene al sistema no nos conviene a nosotros.

Fernando García - Coordinador General Clausurado Consejo 13

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